Tierramérica: Un pueblo argentino que celebra la basura

Es tradición que cada pueblo tenga una festividad asociada a lo que más lo caracteriza. El poblado cordobés de Bouwer, en el centro de Argentina, decidió “celebrar” la basura. El “Primer festival provincial de la contaminación y contra la discriminación” no es motivo de orgullo, sino instrumento de resistencia de un municipio a seguir siendo la “zona de sacrificio ambiental” de Córdoba.

En el festival, que organiza para el 22 de febrero esta localidad de 2.000 habitantes situada 17 kilómetros al sur de la capital provincial, “habrá asado con cuero –típico plato de carne argentina—y artistas varios”, invitan los carteles.

Durante 28 años, Bouwer fue conocido por albergar un vertedero de basura que acumuló, en ocho sitios sin membrana y otro de enterramiento de altura, 12 millones de toneladas de residuos de la capital y municipios aledaños.

Tras años de lucha vecinal, el basurero fue cerrado en 2010, pero nunca fue “remediado” para reducir sus impactos ambientales y sanitarios, como piden los vecinos y la alcaldía de Bouwer.

“Además de afectar la calidad de vida, el vertedero continúa contaminando el agua, el suelo, por escorrentía superficial, y la atmósfera, por los gases emitidos”, dice a Tierramérica el asesor ambiental del municipio, Adolfo González.

Pero el festival de contaminaciones tiene otros invitados, detalla a Tierramérica la encargada de prensa del movimiento vecinal Bouwer Sin Basura, Nayla Azzinnari.

Un depósito judicial de vehículos, un incinerador de residuos patógenos (ya clausurado), una fundición de plomo cuya chimenea abierta intoxicó entre 1984 y 2005 a decenas de habitantes, un cargamento de 12 toneladas de DDT y otros plaguicidas peligrosos que llegó también en 2005, pero debió ser retirado por las protestas de los vecinos, una fosa con desechos industriales tóxicos…

Y, por si fuera poco, el constante rociado de agrotóxicos que se fumigan en las plantaciones linderas de soja, como en el resto de los municipios rurales cordobeses.

“Es un cóctel de contaminantes… No podemos aceptar nuevas fuentes”, subraya González.

Es que Bouwer tiene mucho más para su festival. La Municipalidad de Córdoba y el gobierno provincial instalarán un nuevo vertedero, a 600 metros del primero, que recibiría unas 2.500 toneladas diarias de residuos de esa ciudad y municipios periféricos.

“Suena a burla. Sacar un basural y traerlo al mismo lugar”, dice a Tierramérica otra integrante de Bouwer Sin Basura, Mónica Rescala.

En la escuela rural Cornelio Saavedra, aledaña al antiguo vertedero y a unos 1.000 metros del próximo, escolares, maestras y madres como Rescala ven un video que explica sus riesgos.

“Nos llamaban la atención los olores y la cantidad de alimañas en la escuela: moscas, mosquitos, ratas gigantes. No podíamos trabajar en ese ambiente insalubre”, dice a Tierramérica la directora, María Teresa Destéfanis. La institución, en cruel ironía, no tiene servicio de recolección de residuos.

En octubre, el intendente (alcalde) Juan Lupi decretó estado de “emergencia sanitaria”.

Entre 2000 y 2012, la mortalidad infantil de Bouwer fue de 22,01 muertes por cada 1.000 nacidos vivos. La tasa, obtenida a partir de nacimientos y defunciones de su Registro Civil, casi duplica la provincial, de 11,1 muertes por 1.000, para 2010.

La mortalidad perinatal (bebés nacidos muertos o fallecidos en la primera semana de vida), fue de 25,27 por cada 1.000, dos veces y media mayor que la tasa provincial.

Pero no hay estudios epidemiológicos al respecto. También alarma la cantidad de enfermedades respiratorias y dermatológicas, cáncer, abortos espontáneos, nacimientos prematuros

“Comenzamos a ver malformaciones en animales, que se notaron muchísimo alrededor de 2008: perros con labio leporino, chanchos que nacían pelados, con la panza y los testículos llenos de agua, gatos sin dedos, pollos sin patas”, describe Rescala.

La Fundación para la Defensa del Ambiente (Funam) alerta que vivir cerca de un relleno sanitario “es peligroso, porque sus gases pueden provocar cáncer de vejiga, estómago, hígado, próstata, pulmón, cuello cervical y útero, leucemia, alteraciones en el desarrollo embrionario y fetal, menor peso de los bebés al nacer e incluso malformaciones”.

Esos vertederos “emiten mayoritariamente metano y dióxido de carbono, pero también compuestos orgánicos no metánicos, que incluyen gases tóxicos y cancerígenos”, sostiene Funam.

“En estos campos contaminados, carentes de membrana, se advierte la persistencia de los residuos, cuyas sustancias volátiles, muchas de ellas tóxicas y cancerígenas, pueden ser llevadas por el viento a lugares alejados. El olor es además nauseabundo”, explica.

Según González, está por aprobarse la instalación de un “landfarming”, sitio para el tratamiento biológico de residuos de la industria petrolera, a dos kilómetros y medio de Bouwer.

González resume la situación: “este ha sido elegido como lugar de sacrificio ambiental”.

Los alumnos de la escuela dibujan lo que interpretaron del video. “No quiero que haya basura en este lugar”, dice Alan Serrano, de 10 años.

“Viviendo en el campo enorme, no hay lugar para jugar fútbol. Quiero estar libre en la calle, pero me tengo que quedar en casa, y siempre con un tejido para que no entren las moscas y mosquitos del dengue”, lamenta.

El informe que consideró “óptimas” las inmediaciones de Bouwer para la instalación del nuevo vertedero estuvo a cargo de la Universidad Nacional de Córdoba, a pedido del gobierno municipal de la capital provincial.

Pero el secretario de Ciencia y Tecnología de esa universidad, Joaquín Navarro, aclara a Tierramérica que se trata apenas “de la primera parte del estudio”.

“La segunda parte, sobre los aspectos socioambientales específicos de las zonas focales (el cual ha abarcado trabajo de equipos en los territorios), está en su etapa final… se están haciendo las correcciones del borrador ya revisado por la municipalidad”, dice.

Sin embargo, en esa primera parte queda claro que Bouwer es un lugar muy vulnerable en el panorama cordobés.

Su desempleo y analfabetismo están entre los más elevados, 63,3 por ciento de su población no tiene cobertura de salud —la mayor proporción entre las localidades estudiadas—, y casi 24 por ciento de sus habitantes viven con necesidades básicas insatisfechas.

Mientras sectores académicos y gubernamentales analizan ese informe, y entre bastidores se justifica que “en algún lugar hay que tirar la basura”, los vecinos de Bouwer saben que hay otras soluciones.

“Que todos se concienticen y empiecen a reciclar”, responde Rescala, que recicla casi 100 por ciento de sus residuos, pese a tener a mano tantos basureros.

“Nosotros sabemos que no puede haber una zona de sacrificio. Esta vez le toca a Bouwer, pero puede ser cualquier otro pueblo”, reflexiona. (Tierramérica-IPS por Fabiana Frayssinet)

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