Un voluntario húngaro en Paraguay: Antes del ayuno: chancho

Paraguay siendo un país profundamente católico el Viernes Santo se toma muy en serio. Hasta hace unas décadas, no solo es que no se podía comer carne, sino que hablar a voz alta o hacer los mínimos trabajos del hogar ha sido mal visto.

Con el paso del tiempo las costumbres se iban evolucionando, sin embargo el ayuno del viernes se mantiene en la mayoría de las familias. Gracias a dios el paraguayo considera importante prepararse bien a este ayuno. Parte del proceso son las chipas que se cocinan el miércoles y también lo es un buen asado el jueves para aguantar bien el día de ayuno que lo prosigue.
Gracias a la invitación de José Parra y su compañera Suni Hermosilla, teníamos la ocasión de participar a este maravilloso evento familiar, de auténtico sabor y hospitalidad paraguaya.
En Yataity del Norte yace la finca familiar, en la que cohabitan varias generaciones, ámbito que favorece la mutua ayuda entre los familiares y el traspaso de sabiduría de los mayores hacía los más jóvenes.
La filosofía y condiciones de vida de Don José y Suni son verdaderamente admirables. Siendo dirigentes y trabajadores del movimiento campesino, ya desde los inicios tenían bien claro que los conocimientos adquiridos durante sus estudios universitarios los querían poner al servicio de su comunidad local.
A diferencia de la capa intelectual de Asunción – desvinculada muchas veces de las realidades rurales del Paraguay – Suni Hermosilla orgullosamente se declara intelectual, campesina. Y hay otro punto también que les hace diferentes de la mayoría elite paraguayo.
A pesar de que Don José y Suni sean respetadas e influyente líder del movimiento, que también contribuyo a la victoria electoral del presidente actual Fernando Lugo. La casa donde viven en Yataity es una vivienda muy modesta, aquí no encontraremos sirvientes domésticos ni lujo deslumbrante.
El padre de Suni – este señor de sonrisa ancha y mirada honesta – Don Eusebio Hermosilla Quintana, hasta el día de hoy labra sus tierras con sus propias manos inclinado sobre su arado tirado por bueyes, trabajando de la madrugada hasta el anochecer si así lo requiere su chacra.
Para la familia es de suma importancia vivir de una forma que sirva de ejemplo para su comunidad y que manifieste a la vez la clase de trabajo que llevan a cabo en su organización.
En el jardín pollos y patos, en los establos bueyes y chanchos, en el galpón gallina clueca guardaba sus huevos, en breve, encontramos un modelo de vida en harmonía con su entorno, conservando la alimentación y cultivos tradicionales.
Detrás de la casa topamos con una prensa antigua que se usa para sacar esencia de los brotes tiernos del árbol de naranja agria (esencia de petingray) – materia prima apreciada por la industria perfumera de Europa. Este trabajo bien duro permitía al campesino paraguayo sustentar su familia en épocas de carencia cosecha de otros cultivos. Bien duro, ya que a lo largo de un proceso de más o menos una semana se produce unos cinco litros de esencia, que se vendía a un precio de aproximadamente 15 dólares por litro. Pero volvamos a la carne. Al igual que en la casa de Rossi aquí también se cocinó en el famoso Tatákua. La carne la ablandaba un adobo de comino limón y ajo hecha por Doña Celsa Aurora Gamarra, madre de Suni.
asztalnalEl asado es tarea de hombre, así que mientras el chanchito se doraba en el horno bajo la supervisión de Don Eusebio, las mujeres preparaban la mesa bajo un tremendo árbol de mango.
El árbol de mango y su sombra son emblemáticos del Paraguay. Los hombres vienen a hacer sus casas al lado de la planta del mango y el paraguayo descansa con gusto bajo su sombra generosa en horas de calor.
Para cuando el olor tentador de la carne asada llenó el patio, veinte bocas hambrientas esperaban alrededor de la mesa a ese manjar. Al chancho se le acompañaba la famosa sopa paraguaya y del buen vino tinto. Conseguimos prepararnos bien al ayuno: no creo que haya comido tanta carne y tan buena hace muchísimo tiempo.
La conversación que seguía la comida brevemente fue interrumpida por una furiosa tormenta tropical, que hizo retirarse a cada uno a sus casas y que en poco tiempo acabo con los cables de electricidad dejando la mayor parte de Yataity del Norte sin servicio. La paraguaya es una nación muy trabajadora, la siesta de medio día no estila, pero sí se para vida en el caso de un temporal. Nosotros también pasamos largas horas tomando un buen mate, mientras José Parra nos hablaba sobre las dificultades y los logros de la movilización campesina desde los tiempos de la dictadura hasta hoy, historia que narráremos en detalle en otro artículo.

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